viernes, 15 de noviembre de 2013

La Paz City de mañanita, de tardecita, de aquisit’s, allacit’s y por ahicit’s



Seis de la mañana. Todavía no sale el sol. El frío paceño es bien acogedor. Increíble, ¿no?, una ciudad que hasta su clima gélido te abraza. Caminas desde donde estés hasta donde vayas mientras tengas unos audífonos puestos, La Paz te regala los mejores escenarios para hacerte elevar y perderte en tus adentros, o sea como si te chinearas pero sin chinearte. 
Esta ciudad que el cemento y  concreto se come a la mujer y al hombre y al mismo tiempo es devorada por cerros y montañas que pretende ubicarla en el centro de su cuerpo.


Cuando te subes a un minibús “la música, el ambiente y el chófer son bien chéveres” o al menos así dice diciendo uno de esos stickers en el interior. Ese pequeño habitáculo sobre ruedas donde la falta de ortografía es una característica: “tu embidia es mi vendisión”, uno se da cuenta que no le llegaría a tener ni un poquitito de embidia. Una fotito del Wolevar o el Estronguer porque representan los colores del corazoncito del maistrito. Si hace sol y de paso ese que te deja ciego y bien lurias, ahistá su quitasol bendecido en Copacabana. Los oídos de los pasajeros se privilegían y a la vez on torturados con el tema del momento que lo escuchas en las calles mientras vas pati´perreando, o bien puede ser el súpertracklist del chófer, que va desde Yarita Lizeth, Bronco, Brindis, Carro Show, Enanitos Verdes, Maná, Kjarkas, los K’achas, la Kachorra, Nene Malo y sus clasiquit’s.


Te bajas en la esquina que tienes que quedarte o en el lugar que al maistro le ha dado la gana. Ves cebras y no estás de safari, no estás en África, ni siquiera has salido del país. Éstas van saltando, juegan con las y los ch’itis y se divierten con los peatones e incluso con los chóferes. Pero La Paz es un caos, cruzar de una acera a la otra es una proeza maldita, ya que los minbuseros, tacheros, micreros y pseudoconductores no miran nunca a un extraño conocido, sips: el semáforo. 


Crucificado a pesar de sus luces y no haber hecho nada malo, tiene una eterna conversación con el paso de cebra, quien está postrada justo debajo de él. No sabemos qué hablarán o chismearán pero son recurrentemente ignorados como su prima, la pasarela que algunas calles se la ha visto pero tampoco está en su labor destinada, se queda quietecita esperando ser pasada y repasada por algunas personas responsables.


Y por si fuera poco, como arbolitos de navidad, puedes ver a unos tipitos de verde, bien plantados y parados para dirigir el tráfico y para evitar que haya una jodida trancadera; pero como que eso es inevitable en nuestra ciudad, ¿no?. Estos paquitos, que ahora más que policías parecen guardias forestales de Yellowstone, se han conseguido - les han dado - nuevos amiguitos, Guardias Municipales de Transporte se habían llamado; todito de azulito son sus uniformes de los jovenos y las jovenas, su espalda de verde y una línea cuadriculada albinegra les rodea. Dice que para poner orden a los minibuses los habían creado, porque “en la Pérez no se para, no se sube, ni se baja”, yaaaaaaa.


Ahurita que los veo a éstos, los extraño bien harto a los frutillas, no a ellos en sí, sino a su uniforme, porque los mismos son, ‘misma chola con diferente pollera’, como dirían. Aunque a quitarnos el trago y a echarlo en la calle en frente de nuestros tufos, extraño su colorcito. Sí pues, parece que ya no fueran ellos, ahora son como los GMT, igualito de azul y de paso sin chiste. Antes eran los frutillas, ahora…

¿Ahora qué son?

 Blueberrys dice que son.

¡Yaaaaaaaaaaaaa!


Seguro así nos responderíamos con mi cuate apenas me encuentre con él en el monoblock y claro con un pucho compartido entre los dos hablaremos de más macanas que se nos vengan a la cabeza, hayamos visto o vivido o simplemente nos estaremos inventado; solamente para estar matando el tiempo antes de entrar a clases. Y seguro nos vamos a antojar una llauchita con su apicito, aunque orureño pero ya nos le hemos nacionalizado pues a ese brebaje. O cafecito, con marraqueta y quesito sería pa’l desayuno. De cualquier manera segurito vamos a ir al MerLan, sí, a ese monstruito que se ha levantado y se quedado en la Pérez.


Aunque si no alcanzamos ir en la mañanita, a la media mañana nuestra sajrahorita tiene que ser inmaculada; buscaremos unas teñas o tucus y si no, unas sopitas de fideo.

- Pucha, ¿qué hacemos después?

- Un heladito, ¿no?

-Yaps, pero ¿cuál?

- De canela, frigo, tocinillo o de conito. El primero que se aparezca. Será la suerte del heladero.

- Yaps, dehuanca.

- ¡F’uta! ¿Y al mediodía?

- Ah, noséps. Pero va a estar jodido el sol, nica salgo.


Sí pues, tienen razón bien jodido es el mediodía en La Paz, cuatro estaciones en un día, o mejor dicho cuatro estaciones durante el almuerzo. Eso sí, estás adentro de una pensión o en tu laburo, miechi que hace un calor como para quitarse hasta la piel; pero si estás afuera, todo tranqui paseando por el Prado con tu heladito, o hace un sol de miércoles y tu piel se vuelve cartón; o es una lluvia del carajo que te moja hasta el calzoncillo, mismo con el que estás desde ayer porque te saliste de la casa de tu tecua, donde te recogiste y saliste directito hasta tu ofi. Y de paso estás en camisita (bieeeen carajo) y te la pasas puteando. Nosotros que nunca aprendemos y por eso siempre estamos desprevenidos ante cualquier cambio de clima.


¿Y qué más podía pasar aquí?  P’ut… otra marcha. Bueno, paceños somos, paceños seremos, acostumbraditos estamos a estas lides de mañana, media mañana, mediodía, y un poquito tardecito, pero no pasa de las 4 de la tarde, esa es la hora en la que los marchistas y los bloqueadores terminan su turno y se retiran del asfalto. Pero ni que decir, de los ultrapoderosos bloqueos de los chóferes, esos sí son LA JO-DA. Huasos son. A chicotazo o k’imsacharanizo  limpio al que haya desobedecido las disposiciones de los máximos dirigentes.


Miechi, recién me he dado cuenta que te he estado hablando de casi todo lo que puede pasar en esta Hoyada. El objetivo era describir la mañana, me había desviado. Ni modales pues, ahora me voy a bolichear. Y eso será el complemento de estito. Las noches en La Paz también son jodidas pero bieeeeeeen ricas pa' disfrutar. Hasta la siguiente.

No hay comentarios:

Publicar un comentario