jueves, 21 de noviembre de 2013

Zona Sur

Varias películas nacionales se han valido de ‘la crítica hacia la sociedad boliviana’ como piedra angular, aunque de forma disimulada, para elaborar sus diferentes guiones y retratarla desde diferentes puntos de vista. Desde Chuquiago, un hermoso film que muestra cuatro historias de distintas personas, pasando por los – bochornosos –  American Visa, Sena Quina y ¿Quién Mató a la Llamita Blanca?, llegamos a un prolijo y ‘casi nada’ descuidado Zona Sur.

Dentro del tráiler de promoción del film, existen dos frases que resaltan de sobremanera y que sirven de puntos de partida  para entenderla: “El retrato íntimo de una familia” y “El fin de un apartheid”. A esto hay que adicionarle el contexto social en el que se filmó, se produjo y se estrenó la película: seguíamos embelesados con la imagen del primer presidente indígena de Bolivia, Evo Morales – no por nada hay dos “sutiles” alusiones a este personaje dentro del largometraje –.

Zona Sur es historia de una familia disfuncional, con problemas de identidad, con conflictos internos, racismo ligero y clasismo no tan sutil. Esta familia es compuesta por Carola, la madre que tiene que lidiar con los problemas de dos de sus hijos, los adolescentes Patricio y Bernarda. El único punto de calma que ella encuentra es con su hijo menor, Andrés, que es un niño que le da un aire de distensión a la película. Y como personajes secundarios están Wilson, el mayordomo y Marcelina, la jardinera, el primero más importante y más incidente en la historia que la segunda.

Si tenemos presente el “retrato íntimo de una familia” para analizarla, podemos ver que varios de los problemas que aquejan son propios de la clase media para arriba. Va de la alienación que sufren Patricio y Bernarda, hasta los problemas económicos que hacen que se derrumbe un estilo de vida de toda una familia, como el de Carola. Se puede decir que es una crónica de los últimos días de las familias acomodadas como tal para dar paso a una nueva burguesía, la chola.

Se puede ver que cada uno de los personajes representa los distintos problemas de nuestra sociedad. Carola representa el problema de la apariencia; se presta dinero de Wilson, además que le debe seis meses de sueldo, y busca de dónde tener dinero. Pero eso sí, sigue manteniendo el mismo estilo de vida. Patricio, se puede decir que refleja el quemeimportismo de la sociedad, con tal que él tenga todo lo que lo satisfaga y sea feliz pues no importa lo demás. Bernarda muestra el conflicto de identidad y cultural que todos podemos tener en algún momento. Al tener una relación homosexual con su docente de la universidad acarrea conflictos con su madre y consigo misma por la negación a la feminidad que la sociedad la empuja. Wilson representa el silencio que podemos llegar a tener ante los abusos que nos hagan y la servidumbre a pesar de todo.

Si se puede decir que es el “fin de un apartheid” es pues relativamente cierto. Con la presidencia de un indígena, como lo mencioné anteriormente, una parte de los bolivianos se sintió impuesta por otra cultura, más que todo en el oriente. Ese fuerte arraigo cultural que representa Morales afectó negativamente a muchas personas que se negaban al cambio. Ya que hasta el momento las minorías raciales seguían representando la cúspide de la pirámide de la sociedad. Y eso se muestra en la película, una familia de blancos con servidumbre mestiza.  Cerca del final se ve el “cambio”, pues Carola se ve tentada de realizar un negocio con su comadre, una empresaria chola. Es ese vuelco que refleja el film, los blancos ya no son los únicos de clase alta, también los cholos y los mestizos aspiran alto. Los blancos y los acomodados pueden caer. Reitero, es la nueva burguesía chola.


(Esta "crítica" fue parte de una tarea para la materia de Redacción II de la carrera de Comunicación Social-UMSA)

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